jueves, 3 de octubre de 2019

En la línea

Así estaba, otra vez con todo bajo control, pasando el rato. Mirando el desfile de pelotudos que de antemano sabía que no iban a llegar a ningún lado, pero al menos me entretenían (y de paso, no pensaba en lo que no tenía). Y cae este. Justo este. El hijo del ferretero. El paisa. Mi vecino! Un héroe? Pablo. Rompiendo mis cuidadosamente rediseñados esquemas. Logrando que deje de tener todo bajo control. Hablando mi lenguaje, redoblando mi apuesta. Y robándome auténticas carcajadas. Abriendo hasta la última puerta, la que da a mi vulnerabilidad. Desfachatado, explosivo, y a la vez tan tranquilo, tan acá-estoy-soy-esto (y todos sabemos que no hay nada más desarmador que eso). Otra vez se me fue todo al carajo. De qué control me hablan? Si de repente me doy cuenta de que la mayor parte del tiempo tengo una sola voz en la cabeza. Que todas mis ganas tiran para el mismo lado. Que todos mi yoes se pusieron de acuerdo por una vez. Será este? Que nadie me conteste, es lo que menos me importa ahora. Abandono el desfile, cedo el control y abro un paréntesis. No importa cuándo lo cierre, adentro somos sólo dos.

Maga? Sos vos? Realmente sos vos? Pero cuánto silencio tras aquella serendipia! Te vi entrar en el laberinto pero nunca supe qué había pasado y, francamente, ya había perdido toda esperanza de verte salir. Qué cambiado está todo! Todo, salvo por un solo detalle... Debería preocuparme, Maga?