lunes, 16 de julio de 2012

Puentes colgantes

La imágen es recurrente: bajo un cielo abarrotado de nubes que amenzan descolgarse, te encontrás parada en el borde de un acantilado o algún sitio escarpado y singular. Distante y aislada, nada hay alrededor salvo la noción de algo vasto e indomable. Desde orillas remotas, que sólo adivinás, llegan hasta tus pies, angostos puentes colgantes; a veces tres, a veces cuatro, otras tantas, sólo uno. En un silencio ubicuo que se palpa, estirás un pie sobre alguno de ellos. A veces lográs pararte e incluso dar unos pasos, pero siempre, indefectiblemente, el endeble puente cae. Sin vos; porque vos estás de nuevo al comienzo.


Será que ninguno de esos caminos tenía que tomar. Será que tengo que seguir esperando a que se extienda uno seguro y firme. O será precisamente ese el que quemé?