Entrar en la misma habitación. Entrar y sentir el frío de la estación que cambia. Entrar en penumbras y ya no encontrar el verano en la cama revuelta. Encender la luz y ver el orden inmaculado, la cama tendida que no espera nada. Mirar los rincones que guardan memoria. Mirar las cajas y saber que adentro sus palabras duermen eternas. Mirar los ángeles con miradas de intercesión. Mirar por la ventana el jardín desnudo como flechazo de realidad, testigo de promesas incumplidas. Entrar en la misma habitación donde él nunca estuvo (aun estando) y comprobar que ya no está más.
Entrar, no encontrarlo e ir a buscarlo. Se nota que de magia, vos, nada!
6 Conejos de la galera:
Ay... qué difícil es romper con esos círculos pero cuando rompes descubrís un infinito de formas y figuras que desconocías.
Saludos, que tengo tiempo sin saber de vos
Estamos en eso, Lunita... rompiendo círculos, cerrando historias, definiendo. La vida tiene como ganas de sonreírme.
El tiempo cura las heridas y protege a los recuerdos de las inclemencias del frío con su abrigo de telarañas naturales. Bonito blog, espero que de a poco pase aquello que duele.
La Maga tiene una fe ciega en el tiempo. Yo no tanto, pero cruzo los dedos para que pase pronto. Sobre todo porque si ella se vuelve a perder, ya no va a volver... Bienvenido Interrogante. Tengo millones de vos en mí.
Anónimo... Nadie más me entendería tanto! Si supieras los caminos que tomó La Maga, con qué arrojo, con qué ilusión. Y aunque encontró una negativa dudosa, sigue teniendo la certeza clavada en la sien. Pero ahora es distinto: ya no lo sueña, lo recuerda.
Publicar un comentario
Gracias por detenerte a leer. Gracias por tu tiempo y tus palabras. Bienvenido seas siempre!