Qué difícil es no atarlo y dejarlo libre, cuando es tan parecido a lo que esperaba, tan resumen de cada uno de los que no fueron. Qué necesidad de tentarme? Para qué derramar ambrosía? Y si el lugar que me deja (aún con cocuyos, aún con cotillón) es el de una más, para qué despertar... esto? Para qué provocar este hambre si nunca habrá banquete? Para qué los tequieros si sólo al umbral se me permite asomar? Por qué las condiciones, por qué la veda, cuando tengo tantas ganas de catarata y borbotón?
Estaba yo tan bien, tan de nuevo en mi eje, tan curada del último espanto, y tenía que venir... a qué? Estaba él tan bien allá, tan en el pasado, olvidado y perdido en la memoria, y tenía que aparecer a coparlo todo. Es cruel. Supuse que podría manejarlo, pero evidentemente no: soy vulnerable a personas como él. Y es que esta historia se parece a otra. Por eso los caminos están marcados; por eso se corre sin dificultad por los carriles bien definidos; por eso va tan rápido y apenas empezando, ya estamos a mitad de camino. Ilógico, apresurado, descabellado... absurdo si se quiere. Imposible, o poco probable. Mi amor es lo que quiera, pero ahí esta para él. Si es verdad que todo el universo conspira, algo no está funcionando, porque él es lo único que quiero ahora , justo cuando se va alejando.
Con todo lo difícil que pueda ser, Maga, lo más sensato es dejarlo libre (y no voy a repetir que te lo advertí, claro). Si aceptás su juego, vas a volver a ese lugar donde te encontré, sola y sin magia. Y no queremos eso, no? Ni vos ni yo.